borrachera naranja
Pocas veces siento la necesidad de escribir cuando no estoy en la compu, siempre ando pensando, ando escribiendo en mi mente, mientras voy en el micro, cuando estoy en el baño, cuando charlo con alguien, cuando camino, cuando fumo y cuando duermo, pero nunca lo pongo en papel, prefiero llegar y que salga si es que sale. Hoy escribí, en un papel, y lo transcribo, puliendo, editando pero al fin...
No podría decir con presición cuantas han sido las veces que el alcohol ha tocado mis labios, pero sí puedo decir que hay algunas que merecen estar en un cuadro, si entraran a concurso se llevan el premio a LA BORRACHERA, con todas las de la ley.
Sin embargo, hay otras noches malparidas, de esas que te acordás (o no te acordás, como es mi caso) que te dan rabia.
Hay borracheras feas, tan feas que cuando tpensás en eso no querés saber de nada...
Ahora entiendo eso de la "depresión post sábado de excesos", ahora puedo dar una cátedra de eso y doy fé de todo, lo sello y firmo con esta lágrima de alcohol que cae sobre el teclado.
Pido perdon a los involucrados, este pedo mental es propio, es este estres post parto, post trauma, post orgasmo, post todo...
Mientras vacío estas penas que tal vez nunca entienda doy un respiro, miro al cielo, le pregunto a la luna, solo silencio.
Esta vez el alcohol ha ganado. Podría ser peor -me digo-, ya estoy haciendo mucho drama -repito-.
Si entraste aquí, buscando algo bueno, pues amigo sobrio te equivocaste. Hoy en esta casa nueva solo hay los lamentos de una borracha que no se acuerda de nada.
El llanto ahogado de quien quiere y no puede.
Amigo sobrio yo te envidio, vos si sabés que tal tu sábado, para mi no existió, no sé que poner en mi diario, se me borró de la memoria.
Tengo flashbacks, cual efecto mariposa, pero aquí no puedo leer y volver, solo recuerdos diseminados en una nebulosa.
Entro, risa, risa, risas, risas y más risas inecrupulosas, y vos ahí, doña Noche, riendo, el resto no sé.
Sé que no hice nada y que no me hirieron, pero es tan desesperante levantar los ojos al cielo y pensar, intentar recordar.
Tengo que cuidar más mi lengua -me digo inconciente-
¿Por qué? ¿qué dije? y esperando la llamada que no llega.
Algo he dicho en tal trance alcoholizado y he hecho daño.
Al final de todo esto ya siento menos incertidumbre.
A todo el mundo le pasa, el alcohol hace olvidar las penas, en mi caso las despertó y siguen vagando, ni modo, a la mierda, que se duerman.